lunes, 8 de abril de 2013
Y ahora qué?
Tic Tac... El reloj vuela y ya estamos en abril de 2013. Dos meses me quedan para abandonar esta locura de año. ¡Y qué locura tan agradable! Cuánta gente que se ha vuelto indispensable, y qué putada tan grande tener que despedirse. Y este lugar, donde he conseguido soñar más que en ningún otro lugar, donde he conseguido averiguar con más fuerza sobre mí, mi presente y también a descifrar algo sobre lo que será mi futuro.
Ya contaba con la idea de que este periodo de tiempo cambiaría absolutamente el resto de mis días. La vez que salgo sin correa ante el mundo... ¿Cuántos son? ¿5, 6? ¡7 meses hace ya! Miro hacia atrás y cuento los meses que hace que cogí las maletas para lanzarme a la piscina y dar un paso adelante, aunque al principio no estuviera tan segura. Finalmente puedo decir que todo esto me ha hecho más grande.
Y ahora lo que me sucede es que da miedo volver a comenzar desde el principio y sentir que me voy a quedar estancada. De hecho, llevo un tiempo pensando en encontrarme así, como he dicho, estancada. Y no sabes cuánto me aterroriza esa palabra... ¿cuánta gente se debe encontrar en la misma situación?
De acuerdo, ahora entramos en terreno formativo, el cuál es uno de entre otras muchas metas personales. Terminas una carrera, todo correcto, tienes un proyecto final aún por acabar sí, aprovecharás este año para coger experiencia siendo una becaria precaria, pero... ¿y luego qué? Tengo la necesidad de querer seguir formándome, pero "cuanto más formados estamos, más cuesta seguir estándolo", fragmento al que yo añadiría: más PELAS cuesta seguir estándolo. Podría simplificarse en algo como universitarios con un título bajo el brazo a los que no les sirve para nada más que para ser un maldito becario durante los años de crisis y vete tú a saber cuánto más. Y además seguir en casa de mamá por no tener ni un duro para irse. Y yo sabe Dios, Buda y quién quiera que esté o no esté allí arriba que adoro a mi familia, pero a todos nos llega el momento de proponernos lo de "salir del cascarón".
Bien, pues como aquí no hay tu tía, vamos a seguir estudiando, que de hecho es algo de lo que nunca me negaría a seguir haciéndolo. Quiero especializarme de aquello que me guste, hasta ahí todo correcto. Miremos másters. Pero, ¡La Virgen! el precio de los másters te provocan una parada cardiorespiratoria momentánea. Casi hay que dejarnos un hígado para pagar un máster. Y luego claro, la idea sería irte de una vez por todas a Barcelona. Llevo años pensando que una vez logre instalarme allí, en un pisito cutre y feo en medio de Sants, de ahí no me moverá nadie (y me olvidaba de que éste estará compartido con unos cuantos otros estudiantes precarios en la misma situación, ¡pero si cuanta más gente, más alegría!).
Y querido lector con mucho tiempo libre, es que vengo de pueblo (o casi). Ya sé que Barcelona tampoco será la séptima maravilla del mundo, y todos los que salimos de un "pueblo grande" como del que vengo yo queremos mucho y agradecemos haber podido salir allí del cascarón. Pero llega un punto que... Es que... Entendernos... ¡¡¡No da para más!!! Es ese punto de inflexión en el que o sales de la cáscara o te quedas para siempre en él. Y yo me niego a seguir estando ahí dentro. Se está bien por un tiempo, pero llega un punto que ya no cabes, has crecido y has de salir a comerte el mundo. Y Barcelona parece el lugar perfecto para empezar a dar tus pasitos solo, al lado de los de siempre y con mucho más que ofrecerte (ya me pueden pagar un buen taco por promocionar la ciudad).
Pero lejos de lograr independizarme del todo ya que es algo poco probable hoy por hoy, lo único que logro pensar es en seguir formándome y no estancarme. Porque señores, no está el horno para bollos y tampoco tengo una clave mejor para salir del cascarón y conseguir vivir dignamente algún día en un lejano momento de mi vida. Así que mi objetivo es seguir formándome, disfrutar de mi periodo como estudiante, y conseguir moverme de lugar otra vez pronto.
Necesito navegar, conocer, aprender, formarme más y sobre todo... Seguir viajando. Y también espero que la próxima vez que me mueva sea a la vuelta de la esquina, y aunque cueste Barcelona... Suena a futuro cerca de casa, de ese "cascarón" que no he parado de repetir en esta especie de reflexión personal necesaria que a pocos le interesará pero que a mí me ha venido más que bien soltarlo.
Propongámonos una meta a corto plazo, y dividámoslo en todos los pequeños pasos y esfuerzos que habrá que hacer para conseguirlo. Y no abandonarlo, recordándote el por qué lo quieres tanto. Tan sólo hay que quererlo muy muy fuerte y, por supuesto, decirse a uno mismo: ¡Pues con un par! Que le den al mundo, yo lo voy a conseguir me cueste más o me cueste menos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario