miércoles, 26 de febrero de 2014

Las amables intenciones de los própositos de año nuevo

Cada vez que empieza un nuevo año resurge en nosotros un no sé qué encantador que nos llena de coraje y valentía para tratar de cumplir nuevos propósitos, con la buena o inocente intención de tratar crear una mejor versión de nosotros mismos. Lamentablemente, la mayoría de las veces todo se queda ahí, en esa amable intención, en ese "quiero hacerlo" pero que luego, o bien por poca fuerza de voluntad o bien por pereza, una acaba desechando la idea o simplemente queda olvidada en el cajón de "buenas intenciones que un día me propuse pero que nunca llevé a cabo".

Analicemos la situación desde el punto de partida. El inicio de año siempre supone en nosotros el final  de una etapa y el comienzo de otra, como si del día 31 de diciembre al 1 de enero sucediera algo  majestuoso, inédito, acaparador e increíble que zanjara un capítulo para que empiece otro, cuando en realidad lo único que sucede es un simple cambio de día, otra humilde fecha. Hemos tenido la genial idea de indicar que del 31 al día 1 de enero enterramos una numeración anual y creamos la siguiente. Pero sería completamente igual si esa fecha hubieran decidido establecerla del 31 de Julio al 1 de Agosto, o del 15 de noviembre al 16 del mismo mes. Mi pregunta es: por qué somos tan cazurros de querer tener buenas intenciones en esa dichosa fecha, y no intentar ser una mejor versión de nosotros mismos cada día cuando uno se despierta por la mañana? Y la respuesta es: porque nos falta empeño y valor (y muy humildemente me incluyo en el saco). Es mucho más fácil desear y pretender, buscar una fecha para hacer un análisis global de tu año, de todas aquellas cosas que te gustaría llegar a conseguir y decirte a ti mismo: año nuevo, vida nueva. Porque todo es posible, pero ahora puedo empezar de cero.

Y a fecha de hoy, 26 de febrero, me ha dado por escribir sobre esta idiotez porque yo, como muchos otros, también he sido de las que cada final de año me pongo a pensar en lo que he conseguido durante el pasado año y lo que me propongo conseguir en el 2014. Porque queramos o no, es cierto que el final de año es un momento de reflexión para todos que puede que nos haga despertar en nosotros nuevos retos, y por qué desechar lo que ronda por tu cabeza por esas fechas, pero también por qué no pensar en ello cada noche cuando te vayas a dormir. Final de un día, comienzo de otro. Esa es la única manera de poder conseguirlo.

Cada día es una nueva oportunidad para ser una mejor versión de nosotros mismos. 
Cada noche antes de irnos a dormir, pensemos que mañana es año nuevo.